La tolerancia de correr queda en menos
Parece que, poco a poco, se empieza a entender que la velocidad mata y que vale la pena poner más límites a las excesivas y letales velocidades en las vías españolas. El debate sobre las velocidades ha durado décadas. Los primeros límites serios se imponían en 1976 y desde entonces los estudiosos de los siniestros no han dudado en anunciar que la velocidad excesiva sigue matando.
Cada año hay exigencias de grupos de conductores para que se elimine alguna limitación de las velocidades en autopistas, carreteras y calles. Por suerte es uno de los temas donde la Dirección General de Tráfico poco a poco se pone más firme. Los límites de velocidad son una base clara para acercarnos a la visión cero. Ya han matado demasiados conciudadanos y ciudadanas con las ganas de correr y con el argumento que hay libertad de expresión también en la letal velocidad en las carreteras.
Este año – por fin – ha habido varias decisiones del Estado que ponen más control sobre esta libertad de matar. Primero, la limitación a 90 km/h en carreteras convencionales. Segundo, la aprobación de límites de 30 km/h en gran parte de las calles urbanas. No evita tantas muertes, pero limita de modo serio el número de heridos en la movilidad en las ciudades – una cifra que no ha dejado de aumentar desde los años 1960. Y ahora ha venido la eliminación de los 20km/h, al suprimir la frase final de la ley que decía: “en movimientos de adelantamiento se puede superar en 20 km/h el límite de velocidad”.
Era una barbaridad esta tolerancia. Un 20 % de los fallecidos en carretera es (hasta ahora) por adelantamientos y en colisiones frontales. Esto es demostración suficiente de que la velocidad es muy peligrosa y que cada año cobra su tasa de vidas.
Los estudiosos de la inseguridad vial saben que el número de muertos aumenta con la 4ª potencia de la velocidad. Así que una limitación de 20 km/h en muchos movimientos tiene un efecto directo e incontestable en la seguridad y en número de muertos y heridos de diferentes consideraciones.
Con esta base científica, la limitación de las velocidades más altas (en situación de adelantamientos) es un buen paso en la seguridad vial y en aproximarnos un poco más en poder cumplir la visión cero.
Queda mucho, y por esto es triste que diversas asociaciones de automovilistas se pronuncien negando la realidad. Hay suficientes razones para buscar la velocidad sana en nuestras carreteras y calles. Lo triste es que los que se llaman defensores de los automovilistas se han dormido en clase. Había que pedir que la gente que dirige este tipo de organizaciones de verdad trabajen por la seguridad de sus asociados. Cada año demuestran que les falta leer y entender lo que los expertos han podido demostrar.
Por la junta de P(A)T