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Fase X, ¿ahora qué?
Hay prisas para avanzar hacia la normalidad lo más rápido posible. No nos preguntamos primero: ¿Qué normalidad queremos? No hace falta, en nuestra ansiedad de normalizar, solamente cabe en el cerebro volver a lo de antes. No hay un clamor general (después de enfermedades galopantes), para cambiar parte del sistema que nos ha llevado a esta situación horrorosa.
Hemos visto que a la sociedad, y a los gobiernos, les falta preparación para tratar situaciones anómalas. Y hemos intuido que tampoco está preparada nuestra administración para pensar, dialogar y planificar un futuro con otros parámetros que los que había.
Una sociedad que tiene el objetivo de matar ciudadanos por dinero (aunque no se pueda decir), está compuesta por mercenarios. La contaminación, la circulación y el ruido, están llevando la supervivencia de los ciudadanos a una prueba máxima desde hace años, sin que esta situación haga reaccionar con cierta severidad a los dirigentes.
¿Es una iniciativa lícita dejar que millones de seres fallezcan para que unos cuantos puedan moverse en vehículo privado donde quieran y a la hora que quieran? Deben existir unos acuerdos (como hemos vivido recientemente) sobre en qué horas es lícito y responsable que se saque el coche a la calle o a la carretera. Durante el confinamiento no se ha impuesto limitación de horario del uso del coche o la moto. A los peatones, a los mayores, a los niños sí.
¿Significa esto que los conductores siguen teniendo prioridades que los demás mortales no pueden disfrutar? ¿Significa esto que no hay ninguna voluntad entre los dirigentes de pensar en un cambio en la movilidad futura? – una movilidad que es claramente agresiva contra la propia humanidad y los ciudadanos.
Creemos que tenemos derecho (derecho humano) a conocer los planes de los gobiernos respeto a las propuestas de mejoras en la agresión contra nuestras vidas. El uso del automóvil y la motocicleta en sus situaciones actuales es una amenaza contra la vida del ciudadano.
Una indicación de querer salvar vidas podría ser nuevos límites de velocidad: 30 km/h en zona urbana y 60 km/h en la zona interurbana. El debate no existe en estos momentos – ni como una transición entre el no conducir y volver a la “normalidad”. Queremos debate. Queremos propuestas. Queremos notar que el gobierno piensa en el futuro.
Ole Thorson, miembro de la junta de P(A)T