Comunicado de denuncia de la decisión de eliminar el límite de 30 km/h en los entornos escolares durante las noches, domingos y festivos
No entendemos qué pretende el Ayuntamiento de Barcelona enviando este mensaje de comprensión/complicidad hacia los quienes quieren correr más.
La velocidad mata. Lo dice la física, a más velocidad, mayor es el impacto en caso de siniestro y las lesiones son más graves. Por lo tanto, las medidas que ayudan a reducir la velocidad salvan vidas. Aquellas personas que respetan los límites de velocidad no tienen que preocuparse de los controles de velocidad. Nos tendríamos que preguntar pues a quienes incomodan los controles de velocidad.
No se trata de un tema local. El 2021 la Semana de la ONU para la Seguridad Viaria impulsó el límite de velocidad de 30km/h en las ciudades de todo el mundo y la Organización Mundial de la Salud animó todas las ciudades del mundo, mediante la campaña #Love30, a establecer este límite para poder salvar vidas. De hecho, Barcelona fue pionera al adoptar los 30km/h a buena parte de sus calles, desde la ordenanza de circulación de peatones y vehículos aprobada el 2007. Una norma pero, muy desconocida, y ampliamente ignorada y muy poco controlada. Hace falta que todos respetamos medidas que evitan siniestras y mejoran la convivencia. Los 30 km/h tendría que ser la velocidad habitual en nuestras calles, un paso más para continuar trabajando la siniestralidad con Visión Cero (cero muertos y cero heridos graves).
La velocidad es una de las principales condiciones de contexto que hacen que se produzca o no un siniestro (afecta al tiempo de reacción y a la distancia de frenazo) y que incide también en su gravedad en caso de que se produzca. Según datos de la DGT, solo un 5% de los atropellos a 30km/h acaban teniendo consecuencias fatales, ante el 50% a 50 km/h. Por lo tanto, la política de ir reduciendo progresivamente la velocidad de circulación en el ámbito urbano a 30km/h y sobre todo el efectivo cumplimiento de este límite con todos los medios posibles, entre ellos las sanciones, es una política que salva vidas sin argumentos en contra ni posibles atenuantes.
Ponemos cifras en el caso de Barcelona. En el último balance de siniestralidad de 2022, han muerto 23 personas y 172 han resultado heridas graves, de las cuales 111 iban en moto o ciclomotor y 50 han estado peatones atropellados por motocicletas, coches y furgonetas. Si añadimos los 9 lesionados graves que iban en coche o furgoneta, tenemos que el 87% de los heridos graves o muertos lo han estado en siniestros donde estaban involucrados coches o motocicletas. Estas cifras son intolerables, y no permiten sacar del foco de atención el uso de estos vehículos en las ciudades.
Evolución del número de personas heridas y muertas en siniestras de tráfico en la ciudad de Barcelona 1987-2021
Fuente: Guàrdia Urbana
Con este contexto, esta mañana el Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado su intención de eliminar la limitación de 30 km/h a los entornos escolares —tengan radares o no— cuando los centros educativos estén cerrados, diciendo, además, que la decisión “responde al sentido común”. El mismo Ayuntamiento anunció el 2021 que instalaría 49 nuevos radares, y cuando llegó la hora de hacerlo, no llegaron a la mitad, 21: se instalaron 12 en entornos escolares, por la presión de las familias movilizadas, 4 radares de tramo y 5 radares en puntos concretos donde se corre demasiado. El recorte respecto del plan que ya se había anunciado fue en estos últimos puntos donde se corre demasiado. Entonces se dijo que se empezaba con unos cuántos por después ir ampliando si se consideraba necesario. Ahora el Ayuntamiento propone instalar el resto de radares, pero en formato pedagógico, sin que haya una sanción. Nunca se hizo. Ponemos de manifiesto que estos radares sancionadores forman parte de los fondos europeos Next Generation adjudicados, y por tanto habrá que justificar ante el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA), y también ante la Comisión Europea, por qué motivo objetivo no se han instalado el resto de elementos de control por los cuales el Ayuntamiento de Barcelona ha recibido financiación. En definitiva, no es aceptable que se disponga de las herramientas para mejorar la seguridad viaria, es decir para salvar vidas, y no se utilicen.
Las entidades que defendemos la movilidad sostenible en Barcelona no compartimos esta carencia de ambición en medidas que no solo son beneficiosas para las escuelas, sino que buscan mejorar la seguridad viaria de todas las personas que se mueven en la ciudad.
No entendemos qué pretende el Ayuntamiento de Barcelona enviando este mensaje de comprensión/complicidad hacia los quienes quieren correr más. Su reticencia a ampliar los radares sancionadores como herramienta efectiva de reducción de la siniestralidad costará vidas y tragedias a muchas familias, que tendrán que sufrir pérdidas y lesiones graves, con consecuencias limitantes por su futuro, a causa de hechos evitables como los siniestros de tráfico.
Con el apoyo de: BACC, Cataluña Anda, PTP, Revuelta Escolar, FAVB y Eixample Respira.
Puedes ver la reacción del comunicado en BTV.